viernes, 13 de mayo de 2016

Festival de Mayo. Gergely Boganyi


El pasado miércoles 11 de mayo fui a un recital de piano que fue organizado con motivo del "Festival de Mayo" que se realiza cada año en Jalisco, México.
Fue triste y decepcionante al mismo tiempo ya que todo indicaba de no debía asistir:
Ese mismo día pero horas antes, hubo un temblor que sacudió (literal) la mayor parte de Zapopan y Guadalajara, municipios del estado de Jalisco. No me voy a detener en los detalles del temblor y me limitaré a decir que: estuvo feo.

Al llegar al Teatro Degollado, recinto cultural de Guadalajara, noté que había gente esperando en la puerta principal. Así que me acerqué para preguntar a qué hora nos dejarían ingresar y las señoritas que trabajan en el teatro me dijeron que no sabían ya que por el temblor había unas personas de protección civil que revisarían el lugar para ver si estaba en condiciones adecuadas para realizar el concierto.

El concierto debía empezar a las 20:30 hrs. Pasaban de las 21:30 y no se sabía aún si entraríamos o no.

Al fin se abrieron las puertas y nos dejaron entrar, pero como la mayoría de las personas ya eran de edad avanzada nos tardamos más en entrar.

Me quedé realmente sorprendida al ver tanta gente interesada en un recital de piano porque aquí en Jalisco casi no hay oferta cultural de ese tipo y si hay tanta demanda debería haber más propuestas culturales.
Señoras que iban con peinados como si acabaran de salir de la estética, señores de traje y corbata, jóvenes muchachos con atuendo de gala, lo mismo que las muchachas y sus vestidos fufurufos. En resumen: gente nice

Primera llamada, gente hablando...
Segunda llamada, gente hablando...
Tercera llamada, sale el pianista y la gente sigue hablando.

El programa iniciaría con los 4 Impromptus de Schubert D. 90.

Los primeros ¿qué serán? 20 segundos, la gente seguía platicando como si estuvieran en la plaza cívica. De verdad fue muy molesto ver que no hay ni tantita consideración al pianista y a las demás personas que estábamos interesadas en escuchar la música.
Una señora que estaba frente a mi no dejaba de platicarle algo -seguramente sin importancia, es decir, pudo esperarse a los aplausos para platicar- y tuve que pedirle que guardara silencio.

Empieza el pianista y ¡Qué barbaridad! El piano desafinado. Pena ajena que me dio. ¿Cómo es que no lo afinaron antes del concierto? ¿Acaso el pianista no probó el piano antes?
En fin, eso siempre descontrola pero uno como intérprete debe saber anteponerse a este tipo de situaciones y dar lo mejor de sí.

Al terminar el segundo Impromptu, el pianista se para, agradece y sale del escenario ¿? obviamente la gente aplaudió y rompió la atmósfera que se crea en todos los conciertos.

Regresa al escenario, interpreta las últimas dos piezas de Schubert y al terminar el público grita (si, GRITA) y aplaude como si no hubiera un mañana. En realidad no fue la mejor interpretación que he escuchado, mas bien me pareció un nivel equis fue como escuchar a algún compañero de la escuela en su recital de final de semestre.

Bueno, hay que ser tolerantes -pensé- y siempre me reanima escuchar a Beethoven y qué mejor con la siguiente pieza: la monumental sonata op. 53 "Appasionata".

Antes de empezar, el pianista solicitó que se le cambiara el banquillo del piano y ya con el "nuevo" intentó elevarlo a su altura deseada y ¡sorpresa! el banco no servía.

Ya resignado con un banco que no funcionaba y un piano desafinado Boganyi empezó a interpretar esta sonata y después que la gente recordó que estaba en un concierto y no en el mercado, al fin pude escuchar con atención.

Primer movimiento. Para mi gusto el tempo que tomó fue bastante rápido y con lo cual se quita gran parte del dramatismo que tiene esta pieza con el tema principal. Notas falsas, para realizar los cambios abruptos de un Forte a un piano utilizó en exceso el pedal de una corda . Lo cual no me parece un buen recurso y mucho menos de un supuesto pianista de "Talla internacional".

Al terminar el este movimiento, algunas personas del público empezaron a aplaudir como focas en show de algún parque acuático y a gritar nuevamente. Naturalmente algunas personas -incluyendo al pianista- nos quedamos desconcertados al ver tanta falta de modales. Si hubiera traído un monóculo, seguramente se me hubiera caído de la impresión.

Segundo movimiento: nada expresivo, tempo rápido y debido al uso excesivo del una corda se perdía mucho del fraseo de este hermoso movimiento.

La ventaja que tiene este segundo movimiento es que al igual que la sonata op. 51 "Waldstein" (entre otras) el segundo movimiento attaca súbito al tercer movimiento así que no hubo aplausos desmedidos en esa transición. Pero aún así la gente no sabe que debe apagar sus celulares o de menos ponerlos en silencio porque no falla que en los momentos pianissimo siempre sonará alguna alarma o un molesto ringtone seguido de los molestos "shhhhh" de otros escuchas.

Yo pensaba que era una sonata realmente complicada, pero estas últimas semanas que decidí empezar a estudiarla me di cuenta que técnicamente no es imposible, si requiere mucho trabajo, como todas las sonatas de Beethoven pero con dedicación y buen estudio no es difícil realizar una buena interpretación.

Una de las decepciones más grandes del concierto fue la CODA de esta sonata. Notas falsas por doquier, pedal embarrado, silencios inexistentes y que ni van de acuerdo con la estética Beethoveniana y cuando por fin terminó muchos de los escuchas saltaron como si en sus asientos hubiera un propulsor de ese que se ven en las películas de acción cuando los pilotos de algún avión salen expulsados para después descender con paracaídas.

Gritando, literal GRI-TAN-DO ni si quiera "bravo" sino "UUUUUU" "AAAAAAAAAAA" Por un momento pensé que estaba en un universo paralelo donde se le grita a los pianistas como si estuvieran en un concierto de algún ranchero o cantante pop. Entonces no sé si me indigné mas por tanto vitoreo y jolgorio o por una interpretación mediocre o ambas.

Llegó el intermedio

La siguiente parte inició con la Sonata de Bartók (que se pronuncia Bártok, con acento en la A, aunque se escribe con el acento en la O). Es una obra fácilmente de disfrazar los errores porque la mayoría de las personas no están acostumbradas a las disonancias, lo que no me gustó es que cada vez que aparecía el tema principal no lo hacia notar, fue una interpretación plana. Como se veía que tocaba muchas notas y la mayoría rápidas, el público estalló el aplausos al terminar el primer movimiento. (aquí iría la imagen de facepalm ).

El segundo movimiento era la indicación para que el señor que estaba frente a mi empezara a abrir un dulce con la envoltura más ruidosa que pudo conseguir y el pianista parece que solo leyó la segunda indicación: pesante.

El tercer movimiento fue el mas decente de los tres, acentos bien marcados y el tema principal se notaba en cada una de las apariciones, al terminar, nuevamente el público gritando y aplaudiendo hasta que las manos les sangraran (jaja, casi).

Para finalizar había dos estudios de Liszt y una Rapsodia.

Los estudios:

Un sospiro y La leggiereza No tengo nada que decir, mas que siento que eran las piezas mejor preparadas para el concierto. Me queda claro que tocar Liszt es muy complicado, sobretodo si se hace bien. Pero aún así no es de mis compositores favoritos, reconozco su genialidad pero no me emociona como otros.
Ambos estudios hicieron honor a sus respectivos títulos.

Sobra decir que el público seguía aplaudiendo entre pieza y pieza.

Al terminar con la Rapsodia ESPAÑOLA decía en el programa, pues de Española no tenía nada ya que interpretó la Rapsodia Húngara número 6. ¿De quién habrá sido este error? y ¿por qué nadie corrigió o el mismo pianista dijo que habría un cambio en el programa?

En fin, esa Rapsodia me gusta sobretodo al final cuando el tema está octavado en la mano izquierda y la mano derecha hace arpegios descendentes.
Nuevamente fue una interpretación buena aunque para mi gusto sobrada de rubato .

El público de pie, vitoreaba como si estuviera en el jaripeo, gritando, aplaudiendo... poco faltó para que empezaran a gritar "otra, otra..."
Después de un rato Gergely Boganyi regresó para regalar no uno, ni dos, sino TRES encores: valses de Chopin; de los cuales ninguno tenía el acento adecuado para un vals (que alguien le diga que un vals no es lo mismo que una Mazurka).

Al salir estaba triste, enojada, indignada porque esto es lo que nos ofrecen en un festival internacional y así no hay muchas esperanzas ni para educar al público ni para apreciar la buena música.

La gente iba muy presentable, arregladísima pero me queda claro que aunque lleguen con la ropa más fina, su nivel cultural anda muy pero muy por debajo del promedio. Algo que se me ocurre es indicar al inicio del concierto que se apaguen los celulares y que no se aplaude entre movimientos. Incluso dar pláticas de difusión previas a los conciertos (obviamente sin costo) donde se explique lo que es un movimiento, por qué no debe aplaudirse y otros "modales" que existen en el ámbito de la música clásica y así todos estaríamos contentos. Aprenderían a apreciar como se debe la música, porque si saben un poco más de la historia el contexto y el por qué de las obras, es más fácil entender.

En fin, probablemente todo esto sería una utopía.