martes, 10 de junio de 2014

Del río y la fruta

La fruta quiso ser cisne


Hoy como la mayoría de los días, tomo mi bici y me voy a la alberca en la que me inscribí hace unos meses.

Después de mi rutina de natación, salí del deportivo y pedaleé hasta el mercado por que como siempre: prefiero comprar fruta y verduras frescas. Además, ayer que fui al mercado no encontré por lo que fui hoy: una papaya.

Después de mis compras en el mercado ya no tenía nada que hacer en el centro de la ciudad (y con mucho tiempo libre el día de hoy) decidí tomar la ruta panorámica para regresar a mi casa, es decir, la ruta que me lleva por el río.

Al ser un día tan lindo, lleno de nubes espojosas, cielo azul y sol. Decidí quedarme un ratito en el río a ver a los patos y cisnes nadando como siempre.

Dejo mi bici de pie y me siento en uno de los escalones que están a la orilla del río.



La foto es de ayer, pero es para que vean cómo son los escalones y la parte en la que estaba con mi bicicleta.


Entonces justo cuando me siento para ver el río, saz! que se cae mi bici, yo creo que por que los víveres que compré y dejé en la canasta que tiene en el volante. Lo peor no fue que se cayó mi bicicleta, sino que al hacer ruido todo mundo volteó a ver (sí, había mucha gente por ahí) y ¿entonces qué fue lo peor?

Que mi papaya se fue rodando por los escalones hasta el río. Algunas palomas que estaban por ahí volaron, los patos nadaron e hicieron ruido, o sea que si alguien no escuchó la estruendosa caída de la bicicleta, seguro escuchó a toda la fauna y fue ahí cuando vieron que mi fruta flotaba por el río.

Demonios...

No supe que hacer. Levanté mi bici, miré la papaya que ya era libre y nadaba cual cisne, dejándose llevar por la corriente. Mientras yo, a la orilla del río, viéndola como quien desea algo que resulta imposible tener.
Cada vez más lejos, cada vez más libre.

Entonces un chico que estaba cerca de mi se me acerca y me dice que cree poderla agarrar. Toma su patineta e intenta acercarla. Un intento en vano. Me dice que debería cruzar para intentar agarrarla del otro lado.
Pero por aquí no dejan cruzar,le digo desilusionada.

Pienso que es mejor dejarla ahí y resignarme a no comer fruta ese día. Pero luego pienso que está muy cara, jajaja. que cuesta £4.50 (como 100 pesos mexicanos) y que no la dejaría ir tan fácilmente.

Sigo pensando cómo podría acercarla y recuperarla, cuando el chico que me ofreció ayuda dice que él cruzaría por la pequeña presa que detiene el agua.

El muchacho era un filipino muy chistoso, gordito, con los pantalones a media nalga, se le veían sus calzones (naranja mírame a fuerza), su bigote a medio crecer, todo despeinado... en fin, todo un personaje. Y creo que estaba ebrio o drogado. Jaja.

Se quita su chamarra y la deja en el suelo, me encarga su patineta y se cruza de un lado a otro. Se agacha y logra recuperar mi fruta. ¡Si! Misión cumplida. Se sienta en el pasto y ahí se queda un momento y me dice "¿te la aviento?" Nooo, no la vaya a tirar de nuevo, jeje. Ya se regresa muy valiente, como quien ya domina ese camino y yo al querer darle su chamarra no se como, pero se me cae su celular, dinero y llaves que tenía en alguna de sus bolsas. ¿Por Dios! Más verguenza, por que mientras todo eso sucedía toda la gente veía muy atenta el desenlace.

Le di las gracias y me fui. Entre miradas y risas de los espectadores.